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7 AM: FINCAS COPELAND, ROCHELLE, GEORGIA

Tras la aurora de un reciente día de julio en Rochelle, Georgia, Silvia Moreno Ayala se pone unos resistentes pantalones de trabajo, una camisa de manga larga y se unta la cara y las manos con protector solar. Le coloca un pañuelo de flores a su sombrero de ala ancha para protegerse el cuello y la espalda de los castigadores rayos del sol; pero a pesar de todo, contra la humedad no hay mucho que se pueda hacer. Aunque se supone que la mañana es la parte más fresca del día, el sudor ya comienza a acumularse en sus botas de hule.

Bebe profundos tragos de agua de una botella grande de plástico y después la exprime hasta dejarla lo suficientemente plana como para meterla en su bolsillo trasero. Si le toca trabajar en el campo de arándanos, necesitará tener las manos libres para sujetar las cubetas. Si, como hoy, le toca deshierbar los campos de sandía, deberá manejar las herramientas con las manos. Sea como sea, esa botella aplanada representa su estrategia para llevar consigo agua ente los interminables surcos. Cuando trabaje en los campos de algodón o de arándanos, que son más grandes, podrán pasar horas antes de que pueda regresar a la nevera que dejó en la orilla del sembradío llena de bebidas; lo que menos quiere es quedarse sin agua, pues ha oído historias de terror de trabajadores agrícolas que han muerto en los campos, cuyos cuerpos deshidratados sólo son descubiertos al final de la jornada, cuando no regresaron con las cubetas llenas de fruta o con los sacos cargados de cacahuetes y algodón, hasta que sus compañeros salieron a buscarles.

Moreno, una trabajadora agrícola de 41 años que llegó a EE.UU. desde México en su adolescencia, acepta que los dolores de cabeza, las náuseas, los calambres musculares y los mareos —signos de un fuerte estrés térmico por calor— sean parte inevitable de su jornada laboral de verano, pero al beber un poco de agua tibia sobre la marcha, espera evitar que le pase algo peor. "Conozco a gente que trabaja con sandías y que sufren tanto calor que acaban en el hospital", dice. Su médico le advierte que algún día ella también podría pasar por eso y que sus riñones, ya dañados por tantos años de trabajo en condiciones de calor, no soportarán más. Aun así, ella persevera en medio del calor sofocante y con su persistencia y dedicación se gana la admiración de Stanley Copeland, quien ha sido su jefe desde hace 17 años. "Yo la he visto cargar camiones de sandías, en días tan calurosos que cualquiera se desmayaría si saliera a la intemperie", dice Copeland, cuya familia de agricultores ha existido por tres generaciones. Al igual que los demás trabajadores de la finca familiar, "les garantizo que ella puede con el calor".

Las cifras indican lo contrario.

Es probable que docenas de trabajadores hayan muerto por exposición al calor este año, que se perfila como el más caluroso de la historia de Estados Unidos. El saldo de las víctimas fallecidas comenzó un día anormalmente caluroso y húmedo de Año Nuevo en la Florida, cuando un obrero de 28 años que trabajaba en una granja de pimiento morrón murió de insolación. El 16 de junio, primer día de la ola de calor en Texas, con temperaturas que rondaban los 38°C, el obrero de construcción Felipe Pascual sufrió un golpe de calor y murió en su lugar de trabajo cerca de Houston. El 19 de junio, un técnico de 35 años que reparaba un tendido eléctrico en el este de Texas sucumbió a la exposición al calor en un día de 36°C. Un día después, Eugene Gates Jr., empleado de correos de 66 años, murió mientras hacía la ronda en un vecindario de Dallas. Aunque aún no se ha determinado la causa de la muerte, el índice de calor de ese día alcanzó la cifra récord de 46°C.

Silvia Moreno Ayala (en el fondo) trabajando con un equipo pequeño en el deshierbe en un campo de sandías, en una finca cerca Rochelle, Ga. recientemente.

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Silvia Moreno Ayala (en el fondo) trabajando con un equipo pequeño en el deshierbe en un campo de sandías, en una finca cerca Rochelle, Ga. recientemente.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (USBL), casi 40 trabajadores mueren cada año a causa del calor, la mayoría realizando trabajos al aire libre como la agricultura, la construcción y la entrega de paquetes. Pero las estadísticas oficiales no reflejan la realidad, afirma Doug Parker, Subsecretario de la Administración de Seguridad y Salud en el Trabajo (OSHA), que supervisa las condiciones laborales en Estados Unidos. "Estamos seguros de que es una cifra inferior a la real. Probablemente sea una cifra muy inferior a la real", en gran parte porque el calor no se toma en cuenta al expedir los certificados de defunción por paro cardiaco o insuficiencia respiratoria. Public Citizen, un grupo de defensa de los derechos de los consumidores con sede en Washington D.C., calcula que el calor extremo provoca entre 600 y 2,000 muertes al año, además de 170,000 lesiones, lo que convierte al calor en una de las tres principales causas de muerte y daños físicos en el lugar de trabajo en Estados Unidos.

El cambio climático está potenciando las olas de calor y los días calurosos que ya están poniendo a prueba los límites de quienes laboran al aire libre en Estados Unidos. Al menos un tercio de la población de EE.UU. fue recibió una alerta de calor durante alguna parte de este verano, cuando un domo de calor de costa a costa elevó las temperaturas por arriba de los 40°C. "Los científicos del clima que analizan las temperaturas récord de este verano para el grupo World Weather Attribution (WWA) han descubierto que las condiciones sofocantes habrían sido "prácticamente imposibles de alcanzar... si los humanos no hubiéramos calentado el planeta quemando combustibles fósiles". Es probable que el verano siguiente sea peor, ya que el cálido ciclo meteorológico de El Niño intensifica las temperaturas en el invierno. Si bien los últimos ocho a­ños han registrado las temperaturas más altas de la historia, también podrían registrar las más bajas del próximo siglo.

En un planeta 4.86°F más cálido —nuestra proyección actual para finales de siglo—, 33 veces más personas en el mundo estarán sometidas a niveles peligrosamente altos de calor extremo o húmedo. El sur y el sureste de Estados Unidos experimentarán temperaturas como las de los países del Golfo Pérsico actual, donde ya hace demasiado calor como para trabajar a la intemperie durante gran parte del verano. Pero por mucho calor que haga, habrá que recoger la basura, repartir paquetes, techar casas, construir carreteras, ampliar las redes eléctricas y cosechar productos agrícolas para surtir las estanterías de los supermercados. Según un estudio realizado en 2020 por la Universidad de Washington y la Universidad de Stanford, el trabajador agrícola promedio en EE.UU. ya soporta niveles peligrosos de calor durante 21 días al año. En 2050, esa cifra podría aumentar a 39, y a 62 días para finales de siglo. "Dado que este problema afecta claramente a los trabajadores de todo el país, y que será un tema crucial en cada vez más en lugares que antiguamente no habían tenido que enfrentar el calor, está más que claro que algo habrá que hacer  para garantizar la protección de esos trabajadores", afirma la autora del informe, Michelle Tigchelaar.

En la mayoría de los estados de la Unión Americana, se puede multar a quien deja a un perro afuera sin agua ni sombra. Pero a excepción de California, Oregón, Washington y Colorado, los 2.5 millones de trabajadores agrícolas de Estados Unidos no gozan de la misma protección en condiciones de calor intenso. También es el caso de los techadores, las cuadrillas de construcción de carreteras, los repartidores, los basureros y de casi cualquier otro tipo de trabajos al aire libre, lo que expone a unos 50 millones de trabajadores estadounidenses de industrias esenciales.

Esto supone un coste anual estimado de 100,000 millones de dólares para la economía por pérdida de productividad, aumento de primas por accidentes laborales, demandas judiciales y gastos por atención médica. Sin embargo, proteger del calor extremo a los trabajadores en exteriores es fácil y, en la mayoría de los casos, barato. Public Citizen calcula que exigir a los empresarios que proporcionen a sus trabajadores agua fresca y descansos periódicos a la sombra podría evitar al menos 50,000 daños físicos y enfermedades al año.

En 2021, el presidente Joe Biden pidió a la OSHA que elaborara un protocolo federal que obligara a las empresas a proteger a los trabajadores de exteriores del calor extremo, tal como lo harían con cualquier otro riesgo en el lugar de trabajo, desde por sustancias químicas tóxicas hasta por la caída de escombros. Pero el proceso de la OSHA para crear normas es lento. Y si un republicano gana la presidencia en 2024, es probable que el proceso se detenga. Mientras tanto, los esfuerzos a nivel estatal han fracasado ante las políticas locales en los estados rojos y azules en los últimos años, y la oposición a una norma federal ya está aumentando, liderada por grupos de la industria que sostienen que las protecciones contra el calor son demasiado onerosas para las empresas.

Silvia, por su parte, no puede esperar. Ha sacrificado ya 18 años y gran parte de su salud poniendo comida en las mesas de Estados Unidos. Le encanta su trabajo, dice, pero ya es hora de que alguien piense en su bienestar en condiciones que sólo empeorarán con el calentamiento del planeta. "Debería haber una norma. Queremos protección".

 

9 AM: CENTRO DE CLASIFICACIÓN DE UPS, ROME, GEORGIA

Barkley Wimpee fue hospitalizado en 2022 después de una enfermedad causado por el calor.

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Barkley Wimpee fue hospitalizado en 2022 después de una enfermedad causado por el calor.

Credit: José Ibarra Rizo/TIME

A las 9 de la mañana, unos 90,000 conductores de UPS de todo el país han salido de los centros de distribución en sus emblemáticos camiones repartidores color marrón, listos para transportar la ropa, los libros, el pescado congelado, los muebles, el papel higiénico, los medicamentos y el correo nocturno del que depende un país obsesionado con las compras por Internet. Los camiones, diseñados para la mayor eficiencia y el menor mantenimiento, no tienen aire acondicionado ni están aislados. Cuando quema el sol, el calor acumulado sale por la parte trasera como si fuera un horno con la puerta abierta. "Trabajar todo el día en este calor es físicamente doloroso", dice el conductor Barkley Wimpee mientras saca su camión del estacionamiento de Rome, Georgia, en una reciente mañana de 32°C. A diferencia de los trabajadores agrícolas, los conductores no pueden aprovechar el fresco de antes del amanecer —las entregas se realizan durante las horas de trabajo. "Para cuando nos ponemos en marcha, el sol ya es abrasador", dice Wimpee, de 28 años. "Antes de salir del estacionamiento, ya estoy sudando".

https://youtu.be/nAWlbhxr2Ds

Larry McBride, un conductor de 46 años de UPS en Phoenix, Arizona, guarda un termómetro en la parte trasera de su camioneta. Algunos días, la temperatura supera los 57°C. Los conductores pasan la mayor parte del tiempo en esas sofocantes bodegas, ordenando y seleccionando los paquetes que han de entregar. "Antes de que te des cuenta, empiezas a sentirte desorientado, mareado, como si te fueras a desmayar", dice. "Cuando sales del camión, aunque afuera esté a 46°C, sientes como si hubieras salido al aire acondicionado porque hace mucho calor en la parte trasera".

El verano pasado, McBride y Wimpee se desmayaron por agotamiento debido al calor mientras hacían sus respectivas rondas. Ambos acabaron en el hospital con diagnóstico de lesión renal aguda provocada por la exposición al calor. Según los registros que la empresa presentó a la OSHA, al menos una docena de conductores de UPS son hospitalizados cada año por lesiones relacionadas con el calor. No todos sobreviven. El 25 de junio de 2022, Esteban Chávez, de 24 años, murió de un presunto golpe de calor mientras repartía paquetes en un día de 35ºC en Pasadena, California, una tragedia que revivió las peticiones de climatizar la flota. En aquel momento, los portavoces de la empresa afirmaron que no era práctico hacerlo, ya que los conductores entraban y salían constantemente de los vehículos para realizar sus entregas.

El 16 de junio, 340,000 miembros del sindicato Teamsters de UPS votaron por irse a huelga a partir del 1 de agosto, a menos que sus demandas de mejores condiciones de trabajo, incluyendo el aire acondicionado en los vehículos, se incluyeran en un nuevo contrato de cinco años. Aunque el cambio climático no se citaba a la letra en las peticiones sindicales, la falta de voluntad de UPS para adaptarse a las nuevas realidades del calentamiento global y proporcionarle a sus empleados estrategias de adaptación al calor constituyeron el subtexto de la campaña: En las fases finales de las negociaciones contractuales, la empresa acordó climatizar todos los vehículos nuevos a partir de 2024, pero McBride afirma que el mayor problema es el implacable ritmo laboral. Los conductores deben entregar entre 150 y 300 paquetes al día, y su progreso se controla mediante cámaras instaladas en el tablero. "Necesitamos más descansos", afirma. "Los conductores cubren jornadas de 10 o 12 horas en un calor extremo. Es más de lo que el cuerpo puede soportar. El efecto se acumula con el tiempo y no te puedes recuperar. Es ahí cuando las cosas se ponen mal."

 

11 AM: PROYECTO DE TECHADO RESIDENCIAL, MACON, GEORGIA

Techador Rafael Romero camina sobre la espina de un techo en Gainseville, Ga. con tejas.

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Techador Rafael Romero camina sobre la espina de un techo en Gainseville, Ga. con tejas.

Credit: José Ibarra Rizo/TIME

A las 11 de la mañana, George Guzman ha apagado el soplete, guardado las herramientas y retirado a su equipo del proyecto de techado en el que llevan trabajando desde el amanecer. Lo retomarán a las 4 de la tarde, cuando haya pasado lo peor del calor del sol. Al trabajar en las alturas, expuestos al sol sin una sombra a la vista y muy cerca del hirviente alquitrán, los instaladores de techos deben tolerar mucho más calor que muchos otros trabajos. Al tomarse un descanso durante las horas más calurosas del día, Guzmán puede dejar que su cuerpo se recupere, creando así una reserva de resistencia que le permitirá aguantar hasta el final del día y del proyecto. Guzmán solía trabajar para una empresa más grande, pero sus cuadrillas trabajaban todo el día, sin importar la temperatura. Para él, no merecía la pena arriesgarse. En lugar de eso, montó su propia empresa de tejados, con un equipo pequeño y una regla sencilla: se trabaja duro, pero en los días calurosos no se trabaja a lo tonto. "No se trata sólo de ganar dinero. También se trata de proteger a la gente", dice.

Un día de 30ºC puede ser perfecto para ir a la playa. Pero en cuanto empiezas a trabajar —cargando sandías en un camión, clasificando paquetes en la parte trasera de un camión repartidor sobrecalentada, esparciendo alquitrán caliente sobre un tejado o transportando botes de basura—, tu metabolismo se acelera, quemando combustible y elevando la temperatura central del cuerpo. El corazón lo compensa bombeando sangre desde los órganos sobrecalentados hasta la piel, donde la dilatación de los vasos sanguíneos puede disipar el calor con la ayuda del sudor que se evapora. Si hay humedad y el sudor no puede evaporarse, el proceso se interrumpe. Ahí es donde entra en juego el índice de estrés térmico WBGT, un sistema de medición que combina el cálculo de las lecturas del termómetro estándar con los niveles de humedad, el ángulo del sol, la nubosidad y el factor viento para estimar el impacto global en el cuerpo humano. Se ha convertido en la norma de oro en el campo relativamente nuevo de la investigación del rendimiento térmico.

El índice de calor de un informe meteorológico sólo incorpora la temperatura y la humedad, y se mide a la sombra, por lo que no refleja realmente el impacto en un cuerpo expuesto directamente al sol. El científico especializado en calor y rendimiento humano Andreas Flouris, del laboratorio FAME de la Universidad de Tesalia, Grecia, utiliza el índice WBGT para averiguar cuánto calor puede tolerar el cuerpo humano y bajo qué condiciones. Los trabajadores pueden soportar hasta 32°C en el índice WBGT —38°C con un 30% de humedad, o 30°C con un 95% de humedad— siempre y cuando se les concedan periodos de descanso adecuados y la oportunidad de reponer los electrolitos y líquidos perdidos por la transpiración.

Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que techador Rafael Romero perdió el equivalente a cinco botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

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Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que techador Rafael Romero perdió el equivalente a cinco botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

Credit: Grant Blankenship/GPB, left. José Ibarra Rizo/TIME, right.

El agotamiento por calor se da cuando el cuerpo ha perdido demasiada agua y sal, normalmente por sudoración excesiva. Un trabajador con agotamiento por calor sentirá náuseas o mareos. Puede empezar a cometer errores como dejar caer las herramientas, tropezar al bajar de una escalera o conducir de forma errática. Con el tiempo, puede provocar problemas crónicos de salud al dañar órganos clave como el corazón y los riñones. El golpe de calor se produce cuando la temperatura corporal supera los 40°C y ya no puede enfriarse. Una persona que sufre un golpe de calor puede dejar de sudar al paralizarse las funciones básicas del cuerpo. Si no se le traslada inmediatamente a un lugar fresco y se le da la oportunidad de rehidratarse, puede morir en pocas horas. Eso es probablemente lo que le ocurrió a Efraín López García, un trabajador agrícola de 29 años, cuyo cuerpo sin vida fue descubierto bajo un árbol por sus compañeros de trabajo la tarde del 6 de julio de 2023 en Homestead, Florida. Ese día, el índice WBGT superó los 33°C, más de dos grados por encima de lo que el cuerpo puede tolerar sin correr peligro. También fue el día más caluroso de la historia del planeta, según la temperatura media mundial.

Estas muertes y lesiones se descartan a menudo como accidentes desafortunados, una consecuencia triste pero inevitable del trabajo al aire libre en un mundo que se calienta. Cuando se centran en los pobres y los inmigrantes, las muertes y lesiones parecen tener menor peso. "En cierto modo, se les considera instrumentos de labranza, no seres humanos", afirma Dean Florez, ex senador por el estado de California que en 2005 lanzó con éxito una norma estatal de protección contra el calor. "Todo el mundo parece afirmar 'Pues son inmigrantes y conocen bien las condiciones en las que se meten'. Esa mentalidad continuará a menos que haya algún tipo de intervención gubernamental, que diga no, estos obreros son tan importantes para la economía como lo es cualquier miembro del Sindicato de Trabajadores del Sector Automotriz (UAW), con el mismo tipo de protecciones en el lugar de trabajo".

 

1 PM: CAMPOS DE SANDIA de WOOD FARMS, ROCHELLE, GEORGIA

Trabajadores agrícolas cosechan sandias es un campo cerca de Rochelle en Junio. El equipo trabajen intervalos de 15 minutos antes de beber agua.

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Trabajadores agrícolas cosechan sandias es un campo cerca de Rochelle en Junio. El equipo trabajen intervalos de 15 minutos antes de beber agua.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Después de una larga mañana recogiendo sandías bajo el sol, Víctor Manuel Montes Jasso y Jesús López Damián aprovechan la escasa sombra que encuentran para comer de prisa un almuerzo a base de frijoles pintos y pasta con pollo. Ambos agradecen el descanso y temen que pronto termine. "Siempre es arriesgado", dice López. "La realidad es que hay que matarse bajo el sol y el calor". Engullendo una botella de refresco de 2 litros, Montes asiente con la cabeza. "Realmente no hay forma de protegerse del sol, pero hay que trabajar, ¿o no? A lo que venimos, a trabajar duro".

Desde la cabina de su tractor equipado con aire acondicionado, Billy Emory apenas siente el calor y la humedad que se desprenden del campo de sandías donde ha pasado la mayor parte de la mañana. Como jefe del equipo de trabajo de Wood Farms, él supervisa una larga cadena de hombres que lanzan melones verdes gigantes, al estilo de los bomberos, a través de las ventanas de un autobús escolar reconvertido. La temperatura supera los 34°C, con un 40% de humedad (31° en el índice WBGT), e incluso desde la distancia puede distinguir el sudor que empapa sus ropas. Mueve la cabeza con admiración y piensa "Vaya que estos tipos pueden aguantar el calor. Nosotros, para nada".

Trabajadores agrícolas de sandias comen en la sombra de un árbol. Sus jefes sientan adentro el tractor con aire condicionado en el fondo.

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Trabajadores agrícolas de sandias comen en la sombra de un árbol. Sus jefes sientan adentro el tractor con aire condicionado en el fondo.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Los latinos representan el 18% de la mano de obra estadounidense, pero según el sindicato del sector agrícola United Farm Workers (UFW), el 65% de los 2.6 millones de trabajadores agrícolas del país realizan uno de los trabajos más peligrosos cuando se trata de exposición al calor. Un estudio de la revista de salud pública Frontiers in Public Health de 2022 reveló que los trabajadores agrícolas tienen 35 veces más probabilidades de morir de calor que otros trabajadores, una estadística que Juanita Constible, defensora experta en clima y salud en el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC) atribuye a la indiferencia, la falta de protecciones y un mito pernicioso que se remonta a la época de las plantaciones, según el cual las personas de color soportan mejor el calor. "A menudo existe la idea de que la gente de países cálidos soporta mejor las altas temperaturas. Eso es una falsedad; es una creencia racista que sustentó la esclavitud y que aún vemos en nuestro sistema agrícola actual". Como cualquier corredor que se prepara para un maratón, un trabajador puede ir adquiriendo resistencia poco a poco, pero la mayoría de ellos sólo logran "soportar el calor", en palabras de Emory, porque la pobreza y las circunstancias no les dejan muchas opciones.

En diciembre de 2021, una encuesta realizada por la Fundación de la Unión de Trabajadores Agrícolas (UFW) entre sus miembros reveló que el 69% de los encuestados había experimentado uno o más síntomas relacionados con el estrés térmico que ponía en peligro la salud. A pesar de que un empleador está obligado a proteger a los trabajadores de condiciones peligrosas, según las reglas generales de empleo de la OSHA, muchos obreros agrícolas temen hablar porque son indocumentados o con visas temporales H-2A y pueden ser deportados si se les despide. "Estos trabajadores toleran tantas condiciones desfavorables pues no cuentan con muchas opciones", afirma Solimar Mercado-Spencer, directora de la División de Derechos de los Trabajadores Agrícolas del Programa de Servicios Jurídicos de Georgia, una organización sin fines de lucro que presta servicios jurídicos civiles gratuitos a la gente pobre del estado. "Mientras se les pague algo, es probable que nunca se quejen del calor excesivo".

Algunos trabajadores en los campos de sandía lavan las manos con el agua tibio desde dentro las sandías en vez de con agua fría de las estaciones de lavado. Dicen que en el calor, es menos doloroso para la piel.

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Algunos trabajadores en los campos de sandía lavan las manos con el agua tibio desde dentro las sandías en vez de con agua fría de las estaciones de lavado. Dicen que en el calor, es menos doloroso para la piel.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Esa precariedad económica también significa que, sin una mayor educación sobre los peligros de la exposición a altas temperaturas, la tentación de tomar atajos de seguridad es fuerte. Muchos obreros trabajan a destajo, lo que supone un incentivo perverso para trabajar más allá de las señales de advertencia del cuerpo hasta acercarse al estrés térmico. Quienes cultivan el arándano azul, por ejemplo, suelen cobrar por cubeta, sin importar cuánto calor haga, dice Moreno. "Llegan a casa [con agotamiento por calor], porque tienen que trabajar rápido y no descansan, pues si descansan, pierden dinero". En conjunto, esto hace que los inmigrantes como Montes y López, que trabajan las sandías con un visado temporal, sean vulnerables a sufrir problemas de salud más adelante. Según un estudio publicado recientemente, los inmigrantes procedentes de países de ingreso bajo corren un riesgo 80% mayor de sufrir un peligroso golpe de calor en el trabajo agrícola que los empleados nativos. A falta de supervisión, advierte Constible, al aumentar el calor, también aumentará la cifra humana por explotación oportunista.

 

3 PM: El PASO TIENDA MEXICANA, CORDELE, GEORGIA

Las estanterías del minimarket El Paso Tienda Mexicana, en la ciudad agrícola de Cordele, Georgia, están repletas de sabores de casa: dulces de cacahuete, botanas de plátano frito, bolsas de chiles secos y botellas de salsas picantes. En la sección de bebidas refrigeradas, hay botellas grandes de Pedialyte sabor lima-limón en seis filas al fondo. Usados normalmente como auxiliar médico para niños deshidratados por la diarrea, también son un remedio popular entre los adultos que necesitan reponer rápidamente las sales y los electrolitos perdidos por sudoración excesiva. Es más barato, pero también menos sabroso que un Gatorade. Tras un día sofocante en el campo y una ducha rápida, Silvia Moreno viene a veces a surtir su hielera portátil con hielo y Pedialyte, preparándose así para la avalancha de calor del día siguiente.

Vestida con una delgada blusa negra y unos pantalones a cuadros de Burberry que combinan con sus botas vaqueras negras, con la cara en forma de corazón enmarcada por sus gruesos rizos negros, ella se parece más a la agente de ventas que solía ser que a la trabajadora agrícola que hoy es. En los días que supervisa a una cuadrilla de trabajadores de Copeland, se asegura de que tengan descansos regulares y que terminen pronto, antes del pico de calor y humedad de la tarde. Con dinero de su propio bolsillo, ella mantiene la nevera de su equipo llena de agua y Pedialyte para que logren pasar el día.

Pero no todos los supervisores tratan a sus trabajadores de la misma manera. Ella ha visto a supervisores de otras fincas obligar a sus equipos a trabajar sin parar hasta las 7 u 8 pm. Si los trabajadores piden un descanso, narra ella, el supervisor los reprende. "Les dice 'Váyanse a sus casas y no vuelvan más'". El supervisor bien puede dejarles un par galones de agua helada en la orilla del campo de cultivo al comienzo de la jornada laboral, pero al cabo de una hora, dice Moreno, los casi 30 trabajadores ya se la han bebido toda. Si un trabajador pide más agua, cuenta ella, el supervisor le explica que esa agua corre por cuenta propia. "Les dice: 'Si tienen sed, necesitan traer su propia agua'".

Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que jardinero Demetrus McCoy perdió el equivalente a doce botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

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Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que jardinero Demetrus McCoy perdió el equivalente a doce botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

Credit: Grant Blankenship/GPB, left. José Ibarra Rizo/TIME, right.

La Administración Nixon propuso por primera vez establecer una norma federal de seguridad contra el calor para proteger a los trabajadores en 1972, no mucho después de que se creara la OSHA, pero el objetivo no se logró. El aumento constante de muertes y lesiones por calor en los últimos años ha vuelto a poner el tema sobre relieve, afirma Constible. "El cambio climático aumenta definitivamente el apremio de esa norma". En 2012, China empezó a exigir a los empresarios que proporcionaran medidas de protección para quienes laboran al aire libre, y España anunció en mayo que prohibiría el trabajo a la intemperie durante periodos de calor extremo, después de que un barrendero perdiera la vida al trabajar durante una ola de calor en Madrid el verano pasado. Incluso Qatar, que fue muy criticado por el trato dado a los trabajadores que construyeron la infraestructura para la Copa Mundial de fútbol, ha implantado recientemente normas nacionales de protección contra el calor que limitan cuándo y por cuánto tiempo pueden trabajar al aire libre los obreros en días de mucho calor.

Contar con una normativa ayudaría a responsabilizar a las empresas cuando los trabajadores mueran o resulten heridos por causas totalmente evitables, afirma Andrew Levinson, director de normas y orientación de la OSHA. También igualaría las condiciones para aquellos patrones que intentan hacer lo correcto a favor de sus trabajadores. Con una norma, "todo el mundo sabe a qué atenerse. Ésta brinda a los trabajadores una comprensión clara de sus derechos, sus protecciones y un mecanismo que asegure que se aplicarán correctamente cuando los empleados no cumplan con tales requisitos y obligaciones".

Su aplicación tampoco sería tan onerosa. La agencia federal Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ya dispone de recomendaciones sobre la frecuencia con la que un trabajador debe descansar e hidratarse en función de un determinado índice de calor y humedad.  Esa podría ser la base de nuevas normas que establecieran recesos pagados de duración e intervalos proporcionales al índice de calor y al esfuerzo físico, afirma Juley Fulcher, defensor de la salud y la seguridad de los trabajadores de Public Citizen. Fulcher también cree que los empleadores deberían estar obligados a facilitar el acceso al agua y a la sombra. También es importante una cláusula anti represalias, para que los trabajadores puedan denunciar cualquier violación sin miedo a ser despedidos o deportados.

En resumen, dice Fulcher, una norma federal debe parecerse a las regulaciones que California estableció en 2005, después de una serie de muertes de trabajadores agrícolas. La normativa, que exigía la aplicación de procedimientos por altas temperaturas una vez que éstas alcanzasen los 35°C, se adoptó de forma permanente en 2006. "Para el California Farm Bureau, fuimos unos traidores", afirma el ex senador Florez, quien defendió la nueva normativa desde el primer día. Los agricultores advirtieron que sus costes aumentarían y que los precios al consumidor se dispararían. Las uvas se pudrirían en la vid y la industria de la almendra se iría para abajo. "Pero, ¿saben qué? Desde entonces no he visto un descenso en la productividad", afirma Florez. "De hecho, la industria agrícola de California parece estar experimentando un auge. Es muy claro que proteger a los trabajadores es bueno para los negocios".

El estado de Washington fue el siguiente en adoptar normas de protección contra el calor en 2008, seguido de los estados de Colorado y Oregón en mayo de 2022. Desde entonces, los esfuerzos por proteger a los trabajadores en otros lugares se han visto estancados en gran parte. Un proyecto de ley neoyorquino que obliga a las empresas a proteger a los trabajadores que trabajan al aire libre y a climatizar los camiones y espacios de trabajo interiores en determinados sectores se debilita en espera de su revisión. En Nevada, una propuesta que exigía agua, descanso y sombra para los trabajadores cuando las temperaturas excedieran los 38°C se modificó finalmente a 40°C, y a pesar de ello no prosperó. La Junta Estatal de Seguridad en el Trabajo del Estado de Virginia votó en contra de una propuesta para adoptar una norma de prevención de las enfermedades causadas por el calor en 2021. En medio de una ola de calor de tres semanas que batió todos los récords de temperatura, Texas aprobó una ley que elimina la necesidad de realizar pausas de hidratación durante la jornada laboral en los días más caluroso en Austin y Dallas. La legislatura de Florida, controlada por los republicanos, ha fracasado al menos tres veces en aprobar un proyecto de ley de prevención de enfermedades causadas por el calor para los trabajadores, a pesar de haber aprobado un proyecto de ley similar para proteger a los atletas estudiantes en 2020.

Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que el albañil José Luis Araujo perdió el equivalente a seis botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

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Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que el albañil José Luis Araujo perdió el equivalente a seis botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

Credit: Grant Blankenship/GPB, left. José Ibarra Rizo/TIME, right.

Una norma federal debería aplicarse con certeza a nivel nacional. Su posibilidad hace que reaccione la oposición. Después de que la OSHA abriera la puerta a comentarios públicos en 2021, los grupos de presión de la industria presentaron objeciones. La Federación de la Oficina Agrícola Estadounidense (AFBF) dijo que la norma le "parece innecesaria" y propuso que la OSHA "se asociara con los empleadores" para mejorar los materiales de capacitación. El Consejo Nacional del Algodón (NCC) argumentó que las lesiones por calor no se debían al trabajo en sí, sino más bien a que los "lujos actuales como el aire acondicionado... dificultan que [los trabajadores] le hagan frente al cambio brusco de temperaturas" al igual que "los trabajadores más jóvenes, que se han acostumbrado a un estilo de vida más sedentario."

 Según Pam Knox, Directora de la Red Meteorológica de la Universidad de Georgia (UGA) y climatóloga agrícola de dicha universidad, también existe una preocupación legítima por la paga. Ella sigue de cerca el impacto del cambio climático en el tiempo local y sabe que las proyecciones de máximas diarias en el verano por encima de 35°C ya se divisan en el horizonte para Georgia. Con todo, los agricultores tendrán que luchar para cuidar de su personal a la vez que afrontan los retos de las imprevisibles condiciones meteorológicas extremas que provoca el cambio climático. "Los agricultores trabajan con márgenes muy estrechos. Si tienen que darle a sus trabajadores descansos más frecuentes, deberán también pagar el tiempo extra".

"Si los trabajadores no tienen descansos, mueren, y eso también cuesta dinero", replica Fulcher. No se trata sólo de muertes por insolación, sino de lesiones y accidentes que pueden disparar las tasas de los seguros y los costes legales. Según Flouris, del laboratorio FAME, el estrés térmico y la deshidratación pueden perjudicar la toma de decisiones y aumentar el asumir riesgos, al tiempo que disminuyen la función cognitiva. Para quien trabaja a la intemperie subiendo una escalera, manejando una motosierra o sentado al volante de un vehículo de reparto de 10 toneladas, un episodio menor de mareo derivado del estrés térmico puede convertirse en un desastre mayor. "No sé cómo alguien puede quedarse sentado y argumentar que las medidas de seguridad aumentan los costes", dice James Lanier, socio director de la empresa de gestión de residuos Ryland Environmental, que ya ha implementado un estricto plan de seguridad contra el calor para proteger a sus 200 empleados. Antes de cofundar su propia empresa, solía vender planes de seguros a terceros y, por ello, está íntimamente familiarizado con el pago de indemnizaciones por accidentes laborales. Mantener a las personas sanas y seguras, y capaces de hacer su trabajo es mucho más barato que ocuparse de los trabajadores que se enferman, se lesionan o mueren, afirma. "Si se comprara el gasto por implementación versus el gasto por accidente, la diferencia es muy, pero muy insignificante".

Aunque en California se registró un descenso del 30% en las lesiones de los trabajadores tras aprobar su ley sobre el calor, pocos estudios demuestran los beneficios para la productividad gracias a normas relacionadas con las altas temperaturas, sobre todo porque no hay muchas normas sobre el calor en las cuales basarse. Pero basta con pasar un día cortando el césped bajo un sol abrasador para darse cuenta de que el calor puede acabar con la productividad. "A quienes aseguran que los costes de cumplimiento normativo son demasiado altos, yo les digo que es muy probable que ahora mismo estén perdiendo dinero", señala Constible, "y ni siquiera se dan cuenta".

 

5 PM: DEPÓSITO RYLAND PARA LA GESTIÓN DE RESIDUOS, MACON, GEORGIA

Trabajador de saneamiento Chris Powell en una de sus rutas regulares en Macon, Ga.

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Trabajador de saneamiento Chris Powell en una de sus rutas regulares en Macon, Ga.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Al llegar las 5 de la tarde, Chris Powell está listo para checar su salida. Por casi diez horas ha colgado de la parte trasera de un camión de basura y en medio del calor vespertino de 33ºC tiene los brazos bañados en sudor. Su trabajo, que implica luchar con botes de basura llenos a fin de sujetarlos al brazo mecánico del camión, es agotador, pero manejable. Lanier, su jefe, es muy estricto con los descansos y se asegura de que todo el mundo haga al menos dos pausas de 15 minutos durante el día en el fresco aire acondicionado de la cabina delantera del camión de la basura, además del tomar receso habitual para comer. Si llegara a sentir los efectos del calor, sabe que puede pedir ayuda. Tanto él como el conductor conocen bien los síntomas y el tratamiento del estrés térmico pues éste se ha sido el tema central de su reciente capacitación semanal remunerada en materia de seguridad.

Powell lleva consigo una botella de agua congelada en la percha trasera del camión, de la cual bebe a medida que se derrite. En la parte delantera de la cabina hay una nevera llena de botellas. En sus seis años en Ryland, nunca ha oído que nadie se desmaye. Aunque el calor de este verano ha sido abrasador, nunca le ha parecido demasiado caliente como para no trabajar. Aunque, si eso ocurriera, confía en que Ryland pediría que el camión se regresara a la base. Aunque al final, lo enviarían fuera nuevamente. La recolección de basura es esencial, dice su supervisor, Maurice Dillard. "No importa si la temperatura es de 44, 49 o 12°C allá afuera, se tiene que recoger la basura".

Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que el trabajador de saneamiento Chris Powell perdió el equivalente a veintisiete botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

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Los datos de un sensor especial y una aplicación de teléfono sugirieron que el trabajador de saneamiento Chris Powell perdió el equivalente a veintisiete botellas de 20 onzas de bebida deportiva electrolítica durante ocho horas de trabajo.

Credit: Grant Blankenship/GPB

Pero eso no significa que haya que hacerlo a costa de la salud y la seguridad de los trabajadores. Si el calor de Georgia llegara a ser tan intenso como sugieren algunas proyecciones climáticas, Lanier consideraría añadir más descansos o reajustar el horario de recolección a las horas más frescas del día. Incluso podría aumentar la automatización para que los trabajadores pasaran más tiempo en la cabina climatizada en vez de al aire libre. Lo importante, dice, es adaptar las condiciones de trabajo a sus empleados y no al revés. "Espero nunca tener que llamar a una familia para decirle 'Oigan, alguien ha sufrido algo muy serio y se halla en el hospital' o, Dios no lo quiera, tener que decir algo peor". Lanier se muestra a favor de una norma federal de protección contra el calor, aunque no cree que eso vaya a cambiar nada de lo que ya está haciendo. Si otros empleadores se quejan de que el gobierno se entromete, él ya tiene una respuesta sencilla: "Pues hagan lo correcto. Cuiden a sus empleados".

 

9 AM: PHOENIX, TULSA, BATON ROUGE, JACKSON, LAREDO, KEY WEST, LAS VEGAS, BAKERSFIELD, MEMPHIS, MACON, Y OTRAS 75 GRANDES CIUDADES ESTADOUNIDENSES

A las 9 de la mañana del día siguiente, las temperaturas desde California hasta Florida han superado los 38°C, provocando avisos de calor extremo para casi un tercio de la población estadounidense. Los funcionarios de salud pública instan a los residentes a beber agua, permanecer en el interior y evitar el ejercicio al aire libre. Los grupos protectores de animales le recuerdan a los dueños de mascotas que mantengan a sus animales bien hidratados y a la sombra, y en muchos estados se han pospuesto o cancelado eventos deportivos al aire libre. Pero los obreros de las fincas de Florida, los equipos de construcción de carreteras de Texas y los repartidores de Phoenix siguen trabajando duro, haciendo así que Estados Unidos funcione en condiciones que ponen en peligro sus vidas. Legalmente, no tienen elección. "¿Por qué se nos pide que elijamos entre trabajar y seguir vivos?", se pregunta Larry McBride, conductor de UPS, mientras envía un mensaje de texto con una foto de la lectura de la temperatura en la parte trasera de su camión. La lectura muestra 58.50°C. "Y todo seguirá igual donde estamos cayendo como moscas".

Este articulo fue traducido por Guillermo Prior.

Este reportaje fue realizado en colaboración con Sofi Gratas y Grant Blankenship de Georgia Public Broadcasting/Rochelle, Rome y Macon, Georgia; con información adicional de Moises Sala/Macon; Diane Tsai/Salt Lake City; y Leslie Dickstein y Julia Zorthian/Nueva York.

Este proyecto fue apoyado por el Centro Pulitzer.



Esta historia llega a GPB a través de una asociación de reportajes con TIME.